- Área: 145 m²
- Año: 2010
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Fotografías:José Hevia
La propiedad nos pidió una casa que tenía que ser cerrada por fuera pero abierta por dentro. Tenía que tener fachadas introvertidas, para preservar la intimidad de la parcela adyacente donde residen, pero a la vez generosas vistas de todo su perímetro cuidadosamente ajardinado.
Cuatro porches triangulares solucionaron la paradójica solicitud gracias al efecto “embudo invertido” de sus muros. Una forma capaz de ofrecer simultáneamente amplias vistas desde el interior y masivas fachadas desde el exterior. La solución “dislocó” la geometría de toda la planta y provocó ricas relaciones visuales entre la casa y el jardín.
Cuando las grandes puertas correderas se abren, escondiéndose en los muros, los cuatro umbrales triangulares se conectan entre sí y todo el interior se transforma en un gran porche. Una gran sombra delimitada por cuatro “pabellones” más íntimos (las tres habitaciones y la sala de estar) con la constante presencia de la vegetación exterior y la cambiante luz solar.
En los baños, a través de lucernarios triangulares con espejos en dos de sus caras, la luz solar desciende provocando calidoscópicos reflejos. Con todo ello, la vivienda consigue ser un confortable y protegido “interior” que no queda “frente a” o “junto a” la naturaleza, si no absolutamente rodeado por ella.